Por Roberto Gutiérrez/El Rayo/Fotos Arturo Álvarez
Como si fuera un guion escrito por André Bretón, el padre del Surrealismo, las calles de San Luis Potosí, día con día, se llevan de historias dramáticas vividas por personajes que surgen de la nada y son hijos de la pobreza, la desigualdad y la desesperanza y que pueden por ese solo destino, consumir litros de cualquier tipo de alcohol durante meses, años y días, o “alimentarse” de fuego sin parar, pero que a su vez solo esperan la muerte.
Desde un alcohólico, que bebe de pie, frente a todos, tal vez su último trago mortal; el tragafuegos que incendia su rostro en la imaginación y es captada por el click fugaz de la cámara fotográfica que oportuna atestigua el drama, hasta la mendicidad de un “joven” sin futuro pasa el tiempo en el resquicio de una puerta, porque se ha roto “la escalera social”.
Seres humanos sin vida, ni futuro que solo esperan la muerte y de lo que somos testigos todos los ciudadanos, pero que a la vez cerramos los ojos ante lo cotidiano y frecuente de quienes no han sido rescatados de su abandono por las instituciones responsables.
Este drama que deja también las calles y se presenta en los mercados donde “los pobres” sin medios para vivir recogen alimentos de la basura para llevar el sustento a sus casa y poder “comer “, si a eso se le puede llamar así.