DUELE MUCHO PERDER SIEMPRE

Por Mario Alberto Gálvez

Desde que el genocida Hernán Cortés puso su asquerosa pezuña en tierras americanas, los oligarcas se apoderaron del territorio al que llamaron La Nueva España.
Para lograrlo echaron mano de todos los recursos que tenían al alcance.
El 18 de octubre de 1519 en la ciudad de Cholula, Hernán Cortés y su soldadesca realizaron una masacre en la población indefensa, fue una matanza que se prolongó durante cuatro días.
En otra ocasión asesinaron a decenas de mujeres y de niños en un camino de Iztapalapa con la intención de inspirar miedo en la resistencia mexica.
Cortés lo presumió como una proeza en su recuento al decir que en Cholula mataron a más de 300 hombres y sus soldados contaron que algunos hombres al verse derrotados prefirieron prenderse fuego.
Viendo la crueldad de los españoles y tomando consciencia de su derrota, miles de mexicas, junto con sus familias, se arrojaron a las acequias para quitarse la vida, prefirieron eso a caer presos de seres tan desalmados.
Cuando lograron dominar, los oligarcas impusieron una sociedad de castas en la que destacaron tres grupos principalmente: dominando sobre todos, los blancos (los españoles) y abajo los negros y los indios, de estos tres grupos derivaron otros subgéneros (así los denominaban ellos) a los que calificaron como los descendientes de los tres grupos principales además de otros sub-grupúsculos formados por la mezcla de europeos, africanos, indios americanos, y malayos.
Mestizo, hijo de español e indígena.
Castizo, hijo de mestizo y española.
Zambo, hijo de africano e indígena.
Mulato o Pardo, hijo de español y africana.
Morisco. hijo de mulato con española.
Coyote o cholo. hijo de mestizo e indígena.
Chino, hijo de mulato e indígena.
Muy por abajo de estas castas estaban los Lobo, los Notentiendo y los Salta Patras.
La sociedad de castas que crearon los oligarcas hispanos tenía el propósito de encerrar a cada grupo en un nivel social e imponía que hijo de zapatero debía ser zapatero, que hija de lavandera estaba forzada a ser lavandera, que los mestizos a lo máximo a lo que podían aspirar en los niveles sociales era a ser comerciantes o a un grado militar menor. Que los españoles nacidos en La Nueva España, a los que llamaron criollos, podían desempeñar cargos en el gobierno sin aspirar jamás a un virreinato (esta ley fue la madre de todas las inconformidades de los Insurgentes que iniciaron la independencia de la corona española).
La guerra de independencia pretendió liberar a los mexicanos del oprobioso sistema social que crearon los oligarcas, sin embargo, los dueños del dinero y de las tierras, encontraron el sistema religioso para fabricar una sociedad restrictiva que colocaba de un lado a la gente de buena conciencia (los católicos bien nacidos, es decir, los oligarcas y sus familias) y del otro lado colocaron a la plebe (los palurdos, los bellacos, los malandrines, los llamaban los nostálgicos de la madre patria) que englobaba a todos los que no tuvieran en sus venas la sangre de un hidalgo (hidalgo quiere decir hijo de algo, es decir, de alguien importante) y para distinguirse y parecerse a los oligarcas algunos payasos se inventaron los apellidos agregados (ejemplo: Juan Luis González alcántara Carrancá, o Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, ambos ministros de la Suprema corte de Justicia de la Nación)
La guerra de reforma emprendida y ganada por Benito Juárez puso fin a ese sistema y quitó el poder que portaban los oligarcas a través de la Iglesia, los oligarcas se replegaron (nunca perdían y cuando eran derrotados, arrebataban) y esperaron a que Benito Juárez muriera para tomar por asalto a la patria mexicana, para conseguirlo usaron a un renegado de Oaxaca que se creía francés, Porfirio Díaz.
Mientras los oligarcas tuvieron a Porfirio Díaz en el poder, gobernaron al País y dominaron nuevamente la Iglesia, el dinero, la posición social, la alta alcurnia (los apellidos mamones).
Los oligarcas se volvieron terratenientes, hacendados, dueños de las riquezas nacionales (los ferrocarriles, el petróleo, el gas, la luz, los puertos, las minas y los mares) hasta que llegó Francisco I. Madero que echó de México al desnaturalizado Porfirio Díaz.
Los oligarcas asesinaron a Madero e impusieron un sistema político militarizado usando a personajes como Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y cuando el sistema se agotó colocaron a un títere vestido de civil llamado Miguel Alemán (que robó a manos llenas y los dejó robar a manos llenas)
Con Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez ocurrió un colapso social que llevó a la matanza de estudiantes en Tlatelolco en el año 1968 y en San Cosme en 1971, entonces pusieron a un tipo banal llamado José López Portillo para que anduviera correteando mujeres mientras ellos sacaban miles de millones de dólares del País y llevaban a México a una de las peores crisis económicas de su historia.
Miguel de la Madrid y Carlos Salinas fueron un ensayo económico de los oligarcas con el que lograron instalar en México un sistema de saqueo nacional llamado neoliberalismo que se prolongó durante 36 años, ese método para robar impunemente tenía un propósito central: crear un Estado dentro del Estado que los mexicanos se dieron en el año 1824, el Estado alterno serviría a los oligarcas para anular a los tres Poderes de la Unión y ser ellos, los oligarcas, el único y verdadero poder.
Los gobiernos de Zedillo, de Fox, de Calderón y de Peña Nieto, fueron una lección amarga para los oligarcas porque aprendieron que los títeres saben obedecer, pero no saben gobernar y la ineficacia de esos monigotes investidos de presidentes de la república tuvo una consecuencia funesta para ellos: perdieron el País frente a Andrés Manuel López Obrador en las elecciones de 2018.
Los oligarcas creyeron ser muy inteligentes cuando compraron las plumas y las voces de intelectuales como Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze (a Octavio Paz hasta le compraron un premio Nobel de Literatura) porque estos intelectuales al criticar al gobierno prianista daban un rostro democrático al País que ellos tiranizaban y en tiempos de elecciones asesoraban a los candidatos de los oligarcas para hacer trampas en las urnas y luego legitimaban los fraudes.
Por eso, cuando esos opinólogos que todo lo arreglaban desde un escritorio dijeron a los oligarcas que AMLO solamente era un accidente en la historia del País, que con una buena campaña de lodo lo sepultarían y lo harían renunciar, los oligarcas lo creyeron…

La conclusión de «Duele Mucho Perder Siempre» continuará el próximo lunes.

Gracias a los amigos que comparten esta columna y aportan económicamente para que la columna siga escribiéndose.

El lunes nos leemos, buen fin de semana.

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