Roberto Gutiérrez Turrubiartes/El Rayo/Fotos
*Sigue viva la tradición del Santo Patrono San Antonio Abad: Pbro. Benjamín Moreno Aguirre
Perros, gatos, gallos, guajolotes, pericos, pájaros, patos, cerditos, cuyos y hasta pavos reales, desfilaron este miércoles con sus mejores galas, para recibir la Bendición de los Animales, como ha sido una tradición de años, en el atrio de la Parroquia de San Francisco en Villa de Pozos, ahora no fue la excepción.
Aunque el agua bendita no a todos los animales les agradó, aguantaron pacientes a que les tocara; unos en brazos y otros amarrados con su correa, se doblaron obedientes, al recibir la bendición del padre Benjamín Moreno Aguirre, que sonriente cuando le preguntaban si soltaban a los animalitos y ante el temor de un zarpazo, les decía “no mejor así déjalos hijo”.
Fue una tarde sin frío, agradable, en la Plaza principal de Pozos, que ahora fue toda completa para las mascotas de la casa. No hubo discursos, ni música estridente de bandas, ni confeti, ni políticos ni nada, solo la fe y la tradición de decenas de familia, que se hicieron presentes para recordar a San Antonio Abad, el Santo Patrón de los Animales, que en el medievo criaba cerditos para alimentar a los pobres.
Ahí estuvieron puntuales con sus mejores galas, “Chubasco”, un perro mestizo cruzado de Labrador que llegó muy formal con correa y todo, pero antes de la “bendición” se soltó y se le fue a un “maltes” al que zarandeo por mirarlo feo. Su dueño correa en mano fue por él y lo sometió, no sin disculparse con el padre Benjamín que solo veía todo con una sonrisa.
“Gajes de oficio hijo”.
Así siguieron paso a paso los animalitos, toco su turno a la tortuga Fiona, “nos la regalaron pero estaba perdida” dijo su dueño, la tortuga ni se movió, solo se le vio su caparazón negro como la tierra y sus estrías.
Antes desfiló también la Cócono Lucy, una guajolota a quien su dueño llevó con los ojos tapados “por que le cubre los ojos” preguntamos, es que son muy enojones, cualquier cosa les molesta, mire la pareja de esta, se murió, porque se peleó con otro y se empezó a poner morado y ahí quedó. “Ahora le ando buscando compañía porque se quedó sola, dice el dueño.
A pregunta de cuanto vale un “cócono” nos dice unos mil pesos, más o menos, pero cuando se venden es en Diciembre y advierte “así que es mejor no hay que hacer corajes”, dice convencido.
Para esa hora, el atrio de la parroquia de San Francisco ya es una romería, pasan gallos, palomas, perritos como Merlín y Candy, el gato Dalí, el cotorro Bob, el cuyo Tito, la hámster Nina y los cerditos Alex, Marco y Chuy, entre otros, decenas y decenas, todos esperando la bendición.
Para esa hora, ninguno de los animalitos que llegaron a recibir su bendición hizo sus necesidades en la plaza, para dejar su marca, todos mostraron respeto, al lugar donde estaban y aguantaron fieles para no marcar sus territorios.
La paciencia del padre Benjamín Moreno Aguirre asombró, recibió con una sonrisa a todos los animalitos y estos le correspondieron aguantando la mojada sin chistar siquiera, ni siquiera un maullido, ni mucho menos un ladrido o una actitud agresiva, “lo que hace el agua bendita”.
El padre Benjamín dice: “Desde muy temprano fui a los ranchos, a bendecir bueyes y vacas, becerros, ovejas y gallinas y ahorita seguimos aquí”. Da gusto saber que la gente sigue fiel a sus costumbres. Y relata yo de niño veía a mi tío que era sacerdote en Soledad bendecir a los animalitos en esta fecha, aunque en esos tiempos la gente llevaba su vacas, bueyes y borregos a la iglesia, para recibir la bendición, hoy ya no se puede por la urbanización, pero la costumbre sigue y si no, nosotros vamos. Lo importantes continuar.