Por Ramón Ortiz Aguirre
Non sumus in ullius potestate, cum mors in nostra potestate sit
(No estamos bajo el poder de nadie, si tenemos la muerte en nuestro poder)
Séneca
Paso por el Parque de Morales desde hace mucho años y lo he visitado en infinidad de ocasiones. Durante una gran parte de mi vida, ahí participé en eventos como el “Maratón pro-paciente oncológico”, por ejemplo, y antes de eso, para mí también fue el sitio favorito para echarme la pinta, como hoy lo sigue siendo para muchos estudiantes. Sin embargo, desde hace ya bastante tiempo, cada vez que lo veo pienso en el parque como un enfermo en fase terminal. Me parece un paciente por el que nadie se preocupa y al que desgraciadamente han relegado a un papel secundario en luchas de protagonismo político, gestas en donde los interesados no quieren realmente salvar y darle nueva vida a este centenario pulmón capitalino.
Fue en 1925 cuando el señor Federico Monjaraz Espinosa planteó ante el cabildo capitalino la idea de transformar una porción del Rancho de los Morales en un parque. Quería que los ciudadanos tuvieran un lugar de paseo y recreo solaz. Hace un siglo, por su ubicación era un sitio lejano de los barrios históricos potosinos, pero igual el proyecto se vio con buenos ojos. Uno de los integrantes del cabildo era el doctor Juan Herón Sánchez, exrector de la Universidad Autónoma y presidente del Club Rotario de San Luis, y él tomó la responsabilidad de levantar el parque junto con sus compañeros Rotarios de entonces. Lo primero que hizo fue delimitar el sitio topográficamente para una superficie de 179,740 metros cuadrados, luego canalizó aguas provenientes de la presa de La Constancia para asegurar el riego y finalmente plantó muchos árboles que cuidaron con esmero los miembros del Club. Las mismas personas, por cierto, se encargaron después de plantar las hoy casi desaparecidas palmeras de la Avenida Venustiano Carranza. Fue una labor titánica que quedó reconocida en un enorme engrane Rotario que todavía se encuentra ahí, en el hoy ruinoso parque.
Originalmente fue bautizado como Parque Amado Nervo, pero años más tarde, tras la muerte del Dr. Juan H Sánchez, el cabildo decidió cambiarle el nombre por el del galeno. Popularmente, sin embargo, siempre ha sido y será conocido como el Parque de Morales. Con el tiempo, como es normal, este sitio ha vivido diversos cambios y modificaciones. Así llegaron el área de juegos infantiles, el lago lleno de patos para los paseos en lancha, la pista para bicicletas BMX, la perforación de dos pozos, la construcción de la planta de tratamiento de aguas residuales que asegura el riego de las instalaciones y el bardeado periférico, entre otras innovaciones. Lo que un día dejó de hacerse, tristemente, fue darle mantenimiento al parque, sencillamente cayó en el olvido de las autoridades el cuidado de sus plantas, y sobre todo, de sus instalaciones. Hoy su debacle es penosa y no puede ser solventada con una simple “manita de gato”.
El año pasado, a las puertas de cumplir el primer centenario del Parque de Morales, el ayuntamiento informó que efectuaría una rehabilitación integral del sitio. Sin embargo, apenas el alcalde inició en el sitio con su llamado “Domingo de Pilas”, fue interrumpido por nuestro verde gobernador acompañado de un montón de sus ahijados, la secretaria de SEDUVOP y maquinaria pesada anunciando que el gobierno del estado será el responsable de salvar el parque. Así Gallardo dio el banderazo oficial a su nuevo proyecto y, fiel a su costumbre, anunció la inversión de cien millones de pesos en las obras. ¿En qué los va a invertir? ¡Vaya usted a saber! Aquí lo único seguro es que él se los gastará como se le ocurra y a la población pensante sólo nos ha quedado pedirle a Dios todopoderoso que no vaya a colocar las mismas horribles estructuras que pone en todos lados. Ya sabe usted cuáles, las que parecen matamoscas gigantes. Al respecto, si se nos permite una recomendación, le pediríamos que comience componiendo la entrada donde está el monumento a Francisco González Bocanegra, porque ahí ya parece letrina y depósito de basura. Y de paso, ¿podría reponer las placas conmemorativas que se robaron?
La historia, sin embargo, no termina aquí. Apenas inició la guerra por Morales entre el municipio y el gobierno del estado, saltó a la palestra el licenciado Luis González Lozano, representante de una asociación ecológica denominada Cambio de Ruta. El señor, como ya es su costumbre, ni tardo ni perezoso tramitó un amparo para frenar la remodelación del parque. Según él, no existe un estudio de impacto ambiental para empezar las tareas y creemos que está en lo cierto, porque ya lo buscamos y no lo encontramos.
En esta disputa triangular donde nadie hace efectivamente nada por salvar al parque de Morales, nos preguntamos si será muy difícil que se sienten a dialogar junto al licenciado González López, la arquitecta Isabel Leticia Vargas Tinajero, titular de SEDUVOP, y los titulares de la SEGAM y Ecología Municipal. Es probable que esa sea la mejor manera en que lleguen a un acuerdo y elaboren, entre todos, un Estudio Preventivo en Materia de Impacto Ambiental. Incluso, en caso de que no acuerden nada, bien pueden acudir a un consultor externo. Posibilidades hay varias. Lo importante, nos parece, es dar un primer paso para resolver este galimatías: optar por el diálogo y abandonar las necedades. De verdad, no les cuesta nada irse a un café a platicar sus opciones. Y si no saben a dónde irse, ahí mismo en el parque todavía quedan algunas pocas mesas y bancos en más o menos buenas condiciones para pasar una tarde de charla, intentando encontrarle la cuadratura al círculo. De verdad no es nada de otro mundo, pero dense prisa, porque ese parque ya está más muerto que vivo.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP.
RAMÓN ORTIZ AGUIRRE
Originario del Centro Histórico de San Luis Potosí, Profesor Investigador de la Facultad de Ingeniería de la UASLP y Jefe de la División de Difusión Cultural de la misma institución, actualmente jubilado. Especialista en agua y medio ambiente.
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