Por Roberto Gutiérrez/El Rayo
Contrario a la procedencia de los amparos interpuestos para frenar la municipalización de Villa de Pozos y de las intenciones que han pretendido incidir en su destino, tanto de lideres políticos, como de organizaciones que se dicen “ciudadanas”, pero tienen intereses particulares o económicos, el movimiento que se gestó en Pozos desde 1995, para lograr que se le regresará su categoría de municipio, tiene un profundo origen popular.
Creado en 1826, como municipio, luego de la promulgación Constitución de 1824, Villa de Pozos ya tenía una historia de casi 300 años de existencia, con un amplio territorio, desde que Juan Tapia fundo el Valle de San Francisco.
Este origen popular de su movimiento, sustentado en hombres y mujeres muchos de los que nacieron en ese lugar, o son avecindados, muchos de ellos profesionistas, nació como una necesidad de supervivencia en una comunidad y entorno, que siempre fue despreciado por el ayuntamiento de la capital y los grupos de poder que lo vieron siempre como un botín, político y económico.
Con los años, los malos servicios no solo fueron un lastre para los ciudadanos de Pozos, sino que reflejaron el desprecio hacia las demandas de muchos años, fueron la raíz de ese movimiento que busco la independencia de la capital, para acceder a una convivencia que les garantizara una forma de vivir, en la que no hubiera que mendigar un derecho que garantizaba la Constitución.
Esa demanda derivo en la necesidad de que las autoridades, no solo fueran receptivas de sus necesidades más apremiantes para garantizar una convivencia social justa, sino que fueran de Villa de Pozos, como un requisito que ayudaría a tener gobiernos honestos que conocieran de las necesidades de los ciudadanos. Demanda que permanece hoy como una necesidad prioritaria de una administración eficiente, no permitirlo sería una traición a ese movimiento.
Villa de Pozos y sus ciudadanos de hecho siempre fueron conscientes de que Gonzalo N. Santos había cometido el 1946, un abuso político al desaparecer su organización legal, para gobernarse y dirigir los destinos de su comunidad y tan sucia fue la maniobra, que ni siquiera se promulgo oficialmente esa desaparición municipal, lo que dio origen también a una lucha legal, que culmino hasta este 2024.
La fortaleza de Pozos, no es su territorio, ni la nueva Declaración como municipio, que el Congreso le restituyo. esos son solo instrumentos legales que le darán identidad y carácter. La verdadera riqueza de Villa de Pozos es su gente, sus ciudadanos, incluidos los iniciadores de este movimiento que le han regresado su autonomía, luego de que cacique se la quito.
El movimiento popular que llevo a Pozos a culminar este proceso de autonomía, tiene sus bases en el descontento popular hacia a imposición de autoridades, al mal gobierno que frustro su convivencia social por la falta de infraestructura de salud, de educación de gestión, entre otras muchas y ese antecedente no se debe olvidar, pues no había libertad política para elegir a sus representantes.
Quienes usufructuaron ese poder lo hicieron pensando más en su interés político y económico, lo que amplio el descontento popular, junto a otros de muchos atrás, desde que fueron despojados de sus tierras, para construir la zona industrial de la capital, desapareciendo tierras de labranza, lo que cambio la fuerza de trabajo, hacia la las empresas recién instaladas, donde muchos perdieron manos, brazos, e incluso la vida, en las incipientes fabricas instaladas con precarias condiciones de trabajo y ni autoridades del trabajo, ni partidos políticos, ni nadie levanto la voz y lo permitieron por años.
Hay una deuda histórica con los habitantes de Villa de Pozos, tanto en territorio como en derechos constitucionales y es tiempo ya de resarcirlos. El movimiento económico de los últimos años ha sido la imagen nueva de ese lugar, comercio, industria, pero pésimos servicios que son el reflejo de la concepción capitalino-pueblerino, que les impidió la más mínima justicia y los vio siempre como un apéndice de la capital, donde, sin derecho a gobernarse y peor a manejar sus recursos generados por su economía.
La historia no debe volver a repetirse, pues ha sido una lección para todos. Villa de Pozos renacerá hoy con un nuevo destino, pero también con una nueva fuerza política sustentada en sus ciudadanos, no se le debe considerar menor, ni no apta para diseñar su futuro, pues la historia casi siempre vuelve a repetirse y siempre lo hace con costos más altos, que no se olvide.